Ah baby, let's get married,
We’ve been alone too long.
Let's be alone together.
—Leonard Cohen, Waiting for the Miracle
La noción de intimidad es sintomática de la modernidad, porque la idea de colectividad pierde peso frente a la primacía del individuo. Nada es más sagrado en nuestras sociedades contemporáneas que el derecho a la vida privada y a contar con un lugar que invite a un estado de paz y tranquilidad.
Sin embargo, los conjuntos habitacionales como el que alberga a la Casa CAFM con frecuencia imitan la vida urbana, su densidad es meramente comercial y ello dificulta la privacidad entre las viviendas. Por ello, el punto de partida de este proyecto fue brindar a los usuarios —una pareja joven— la mayor privacidad posible, además de integrar sus experiencias y referencias adquiridas en los viajes que han realizado juntos.
La casa se desarrolla en cuatro volúmenes pétreos que se conectan mediante un patio-jardín interno que invita a la contemplación del lugar y a habitar el espacio hacia el interior. Desde el exterior, la vivienda aparenta ser sólo un bloque de concreto con una estrecha abertura; pero al entrar, los espacios se abren totalmente hacia el patio central que ilumina toda la casa con luz natural. El uso del vidrio y el espejo de agua difuminan los límites entre los ambientes, de forma que el vacío permite cambiar la configuración tradicional de una casa para lograr un espacio íntimo en el que los usuarios puedan vivir su propia atmósfera.
Mario Pliego, Eliud Martinez
Kees Van Rooij
PGF Arquitectura Román Garcia Stern
Moritz Bernoully
650 m2